Acerca de mí...

Mi foto
Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

lunes, 7 de septiembre de 2015

LA FLOR DE LA CALABAZA



La flor de la calabaza es bella, grande, exótica y misteriosa. A mí me recuerda a las plantas exuberantes de las islas del Pacífico. Tiene una particularidad muy especial  y es que posee flores masculinas y femeninas. En esta peculiaridad se asemeja al reino animal, en el que la gran mayoría de los individuos están diferenciados en el sexo. Por el contrario, en el reino vegetal, la mayoría de las flores suelen tener los dos sexos.

 Poseen estambres, parte masculina y pistilo, parte femenina. Así pues, una flor se puede fecundar a sí misma, valiéndose del viento y de los insectos. Pero la flor de calabaza lo tiene más complicado. La flor femenina tiene que recibir el polen de una flor macho.  Aquí el viento y los insectos tienen que trabajar algo más.

Antes de conocer esta curiosidad, Juan y yo mirábamos con decepción las flores de calabaza que después de haber lucido la belleza de sus pétalos y haberse marchitado, no tenían embrión. Decíamos «una flor nula e inútil». Y claro es que era una flor macho, cuya misión consistía en  fecundar las flores femeninas, que son las únicas que pueden dar fruto. De esta observación deducimos que hay que estudiar la naturaleza para conocer sus particularidades.      



 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario